Giovanny Largo León (Colombia), el dramaturgo, construye un ambiente, un entorno y unos personajes que no tienen ni una época ni un territorio real, que parecen estar encerrados en una casa pero al mismo tiempo no están allí, como si fueran sombras, presencias sin cuerpo, las voces de nuestras conciencias.
El dramaturgo logra que los muertos hablen, que los muertos recuerden, que se den cuenta del paso del tiempo. Está el país, su historia, su ruralidad, su inocencia perdida –quién sabe si desde siempre–, su desazón, su desesperanza, narrado aquí, en esta obra plena de metáforas, de silencios que gritan. Todo es borroso, no se puede ver con claridad el pasado, tampoco el presente. Y para colmo, los lentes están perdidos, Daniel los busca, quiere ver qué hay afuera de esa casa, pero no los encuentra.
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